Pero por el camino, parte de las cohortes de la Legión se ven atacadas por rebeldes iberos, que aprovechando el final del otoño, han decidido levantarse contra Roma. Esperan de esta forma que las tropas de las legiones de Hispania no puedan reaccionar hasta el próximo verano, teniendo tiempo de este modo de prepararse para hacerles frente.
Los romanos han sido sorprendidos en su avance, en un terreno denso. Marco Juvencio Cneo, todo y su juventud, imparte las órdenes de despliegue y los veteranos de la VIIII rápidamente ocupan sus posiciones. Mientas, los guerreros bárbaros, se preparan para la batalla. Las tropas iberas empiezan su decidido avance contra los romanos.
Ante el decidido avance bárbaro, el Primum Pilus ordena una formación en línea, para esperar a los iberos y recibirlos con una lluvia de pilums.
Las tropas iberas, frenan su avance, en aparente desorden entre las dos arboledas que delimitan la zona central del campo de batalla. Las densas arboledas dificultan el avance de la infantería y la caballería, que ha de realizar largos movimientos envolvente para rodearlas.
En previsión de las dificultades que presentaría el terreno, Marco Juvencio ordena a parte de sus equites que empiecen una maniobre envolvente y que rodeen el bosque del lado izquierdo del campo de batalla.
Mientras tanto, las tropas romanas forman en el orden de batalla clásico, con los auxiliares algo adelantados a las tropas regulares, para proteger las de posibles ataques enemigos mientras toman posiciones de combate.
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